Artículo publicado en el Diari de Girona el 31 de diciembre de 2020.
La capacidad de resolver el conflicto satisfactoriamente nos hace mejor persona, porque así es como nos ven los demás y nos valoran.
La pandemia ha puesto al descubierto como somos. Nos ha puesto a prueba. Nos ha puesto contra las cuerdas y nos ha hecho vivir situaciones intensas con nosotros mismos y con los demás, especialmente con los vecinos y vecinas y con nuestros compañeros de trabajo.
Durante la pandemia, en concreto en el estado de alarma, decidí investigar un poco. Mientras preguntaba a mis compañeros y compañeras de profesión que trabajan en los servicios municipales de mediación ciudadana del país, hice en paralelo una breve encuesta de 24 horas en las redes sociales digitales, para saber si había más o menos conflictos y la percepción de la gente ante este fenómeno.
En concreto formulé tres preguntas, pero para mí la más importante fue la última.
Opté por las redes sociales digitales siguientes: Facebook, Twitter e Instagram. Se dieron variaciones en los porcentajes de las respuestas, pero en todas se daba una marcada tendencia.
Pregunté, primero: «¿Cree que ahora hay más o menos conflictos entre los vecinos?». Respuestas: ganaba el sí. Situación lo propiciaba. Después: «¿En tu comunidad o escala ahora hay más o menos conflictos entre los vecinos?». Respuesta: menos conflictos. Y finalmente si: «¿Está bien visto tener conflictos y que se sepa?». Respuestas: no está bien visto y los porcentajes eran contundentes. Así que encontramos muy normal tener conflictos, pero no se dan en nuestra casa y si aparecen quien los tiene y no los resueltos es visto negativamente por los demás. Así somos los humanos, muy comprensivos, pero juzgadores de tipo.
Y es que la respuesta a esta última pregunta esconde una realidad interesante. Los humanos valoramos la estabilidad, la tranquilidad, las buenas maneras, el saber hacer, el no llamar demasiado y todo defendiendo por encima de todo nuestros intereses. Es decir, si alguien tiene un conflicto con el vecino es normal, pero valoramos mucho que el? Quiera resolver y sepa hacerlo y si me lo permiten rápido y en silencio. Dicho de? Otro modo, si lo tiene y lo resuelve es visto como una persona agradable y eficaz que piensa en él y en el resto de mortales. Por el contrario, aquel que tiene continuamente conflictos, porque no consigue resolverlos, es visto como una persona conflictiva, egoísta y torpe, ya que tiene el conflicto (vive en tensión) y no es capaz de encontrar una solución (no sabe o le toman el pelo).
Y es que de conflictos, aunque no queramos, tendremos. Precisamente por este hecho, debemos dotarnos de habilidades necesarias para prevenirlos y saber gestionar, no sólo para nosotros, sino para que el resto de personas nos valorarán peor o mejor como individuos y como ciudadanos en función de estas habilidades y resultados. No tengan ninguna duda. Piensen en sus comunidades, a menudo hay un vecino que cae bien a todo el mundo, porque casi nunca tiene problemas, cuando los tiene los resuelve y además tiene tiempo para ayudar a otros a no tenerlos. El típico señor o señora que regala consejos que funcionan. Y funcionan. Es como si este vecino o vecina actuara en el rol de mediador. Y la mediación en esta caso nos hace mejores personas.
Así que detrás de esta afirmación hay un hecho constatado, para los demás que seamos capaces de abordar y resolver nuestros conflictos nos hace a sus ojos mejor persona, pero también para nuestros ojos, ya que tomamos decisiones acertadas en cada momento sin la carga psicológica de las emociones «negativas» de la confrontación y la lucha, y esto es especialmente así cuando lo enfrentamos pensando que tiene que perder una persona que gane la otra. Y no hay cosa que nos haga más rabia y nos penalice a la vida que perder una y otra vez. Tal vez que empezamos a ganar, ¿verdad?