El deporte tiene conflictos. El fútbol el que más. Como cualquier ámbito de la vida, el deporte tiene sus conflictos. Y hoy, como el deporte ha alcanzado un papel central en la sociedad, estos conflictos son públicos. De manera que en función de cómo se resuelvan, se convertirán en un mal o buen ejemplo para todos.
Pero, ¿qué es lo que despierta tanto interés y polémica de los conflictos? La forma en que se gestionan y se ocasionen. Es como si tuviéramos claro que se pudiera evitar su aparición y que, una vez aparecido el conflicto, se deben encontrar soluciones.
Recorriendo la actualidad deportiva en los medios de comunicación, tenemos un conflicto que ha estallado por las declaraciones del director deportivo del FC Barcelona (FCB), Éric Abidal, cuando, en una entrevista, afirmó que hay jugadores del primer equipo que no se esfuerzan suficiente. Poco tardó el capitán, Lionel Messi, a replicar a través de las redes sociales pidiendo que se indique quiénes son esos jugadores. Parece que este tipo de manifestaciones, la de uno y la del otro, se deberían expresar en privado y si hay una dificultad de comunicación entre ambos implicados, buscar un profesional de la Conflictología, de la Resolución de conflictos, de la negociación y de la mediación, que les pueda ayudar a encontrar el espacio para hablar y escucharse.
Semanas antes, el FCB despidió el entrenador del primer equipo de fútbol, Ernesto Valverde, después de que el club iniciara un casting de posibles entrenadores sustitutos que se hizo público. El entrenador se vio obligado a pedir explicaciones y a dimitir antes de que el club dispusiera de un nuevo «míster». En estas situaciones, una vez el club se ve en la necesidad de cambiar el entrenador, lo mejor es negociar su salida y luego buscar otro que pueda hacerse cargo en condiciones. También en esta situación, un mediador habría ayudado al club a negociar la situación y, visto cómo se gestionado la substitución, parece que esta fórmula habría funcionado y el conflicto no se hubiera manifestado públicamente.
Más o menos por estas mismas fechas, el Real Club Deportivo Español se vio implicado en un conflicto debido a unas manifestaciones públicas racistas de sus seguidores en la grada de su campo hacia Iñaki Williams, jugador negro del Athletic de Bilbao, cuando éste fue sustituido en el partido de Liga. El club condenó las manifestaciones racistas, informó que trataría de detectar cuáles eran los seguidores y sancionarlos o echarlos. Los encontraron y tienen negada la entrada al campo. Pregunta: ¿Esto soluciona el conflicto? No. Esta decisión hace que se pierda la oportunidad para trabajar con estos aficionados y que el resto de público entienda que si son escuchados diciendo algún comentario racista serán expulsados del campo, pero si no se gritan, no pasará nada, y mientras tanto se pueden decir otras cosas que atentan contra la dignidad de la persona.
Desgraciadamente no es la primera ni la última vez que se oyen insultos hacia jugadores del equipo contrario o del propio o a árbitros, entrenadores y aficiones rivales en las instalaciones deportivas. Incluso en este partido entre el Espanyol y el Athletic se volvieron a dar agresiones físicas entre aficionados antes del partido, un fenómeno que parecía superado. En este tipo de conflictos, un profesional de la conflictología también puede ayudar, trabajando con el club para modificar la cultura deportiva y futbolística confrontativa de los que lo dirigen, de los que practican el juego y de los espectadores. ¿Cómo? Abordando el conflicto y no suprimiendo las personas. Contratando profesionales que trabajen con estas personas, sustituyendo percepciones y hábitos violentos (físicos, psicológicos y verbales) por otros de respeto, pacíficos y de fair play. Afortunadamente, todo esto ya se ha comenzado a trabajar en el deporte base, ahora hay que exportarlo al fútbol profesional.