Artículo publicado en el Diari de Girona el 26 de abril de 2016
Hay muchos tipos de conflictos. Los especialistas los catalogamos en función de sus causas, pero antes los clasificamos entre públicos y privados. Los segundos son los que se dan y se tratan en la esfera privada y no pasan de ahí. Pero a mí me interesa hablar de los primeros, de los públicos, ya que el próximo 28 de abril por la tarde en Lloret de Mar tengo prevista una charla y un taller sobre este tema y he pensado que este artículo sería una buena oportunidad para compartir con ustedes aspectos clave sobre la cuestión.
Les comento algunos conflictos públicos y luego vemos que tienen en común: disputas entre peatones y ciclistas, quejas de vecinos de un barrio sobre el ruido de los locales de ocio nocturno y de personas que hablan fuerte en las terrazas, impuestos que no pagan los políticos, falta de acuerdo de partidos políticos para formar un gobierno de coalición, políticos contratados por partidos adversarios para realizar tareas institucionales, errores continuos de alcaldes que les obligan finalmente a dimitir, etc. Ustedes pueden ampliar la lista con otros conflictos.
Estos conflictos son públicos. Por diferentes razones. Lo son porque la prensa e internet dan información y nos permiten conocer su existencia. O sea, los hacen públicos. Tenemos información.
En todos los conflictos públicos que les he presentado, los ciudadanos tenemos la posibilidad de participar y de intervenir, ya que son asuntos que tarde o temprano nos afectarán: bicicletas que circulan por nuestras calles, ruidos de locales de noche, administraciones que pierden dinero porque no se pagan impuestos, inestabilidad política por la falta de gobierno, etc. Sobre todos estos y otros conflictos, los ciudadanos y las ciudadanas tenemos canales y espacios para dar nuestra opinión y tomar parte y decidir cómo se gestionan y se pueden resolver. Podemos tomar parte.
Son conflictos, en los que los poderes políticos tienen, no sé si la primera o la última palabra, pero si las competencias legítimas y el encargo, como instituciones públicas, de velar por la estabilidad y la seguridad de nuestras sociedades, y en consecuencia, son las responsables de ofrecer soluciones a estos conflictos. Por tanto se debe encontrar solución y poner los recursos necesarios.
Y todos estos conflictos también se encuentran en las redes sociales digitales, ya no digo la información, sino los mismos conflictos: las luchas entre partidarios de unos y otros partidos, entre vecinos y de locales de ocio nocturno, entre peatones y ciclistas, entre los que están en el gobierno y los que se encuentran en la oposición, entre los que dicen que pagamos muchos impuestos y los que dicen que pagamos pocos, etc.
Al fin y al cabo, si se dan cuenta, el problema no es tanto el conflicto, que siempre se da, sino la manera de gestionarlo y de las capacidades de las personas para poderlo resolver de forma satisfactoria y sabiendo que tarde o temprano encontraremos un acuerdo. Es cuestión de saber hacerlo bien y tener un poco de tiempo. De todo ello hablaremos el próximo 28 de abril en Lloret de Mar. ¿Se apuntan?
Quizás no somos del todo conscientes, pero
cada mañana nos levantamos con una multitud de conflictos en nuestros pueblos y
ciudades.Conflictos como sinónimo de lucha, confrontación, desacuerdo de ideas, actitudes,
percepciones y comportamientos aparentemente incompatibles y contradictorios
entre dos o más personas y/o grupos.
Hay muchos tipos de conflictos. Los especialistas los catalogamos en función de sus causas, pero antes los clasificamos entre públicos y privados. Los segundos son los que se dan y se tratan en la esfera privada y no pasan de ahí. Pero a mí me interesa hablar de los primeros, de los públicos, ya que el próximo 28 de abril por la tarde en Lloret de Mar tengo prevista una charla y un taller sobre este tema y he pensado que este artículo sería una buena oportunidad para compartir con ustedes aspectos clave sobre la cuestión.
Les comento algunos conflictos públicos y luego vemos que tienen en común: disputas entre peatones y ciclistas, quejas de vecinos de un barrio sobre el ruido de los locales de ocio nocturno y de personas que hablan fuerte en las terrazas, impuestos que no pagan los políticos, falta de acuerdo de partidos políticos para formar un gobierno de coalición, políticos contratados por partidos adversarios para realizar tareas institucionales, errores continuos de alcaldes que les obligan finalmente a dimitir, etc. Ustedes pueden ampliar la lista con otros conflictos.
Estos conflictos son públicos. Por diferentes razones. Lo son porque la prensa e internet dan información y nos permiten conocer su existencia. O sea, los hacen públicos. Tenemos información.
En todos los conflictos públicos que les he presentado, los ciudadanos tenemos la posibilidad de participar y de intervenir, ya que son asuntos que tarde o temprano nos afectarán: bicicletas que circulan por nuestras calles, ruidos de locales de noche, administraciones que pierden dinero porque no se pagan impuestos, inestabilidad política por la falta de gobierno, etc. Sobre todos estos y otros conflictos, los ciudadanos y las ciudadanas tenemos canales y espacios para dar nuestra opinión y tomar parte y decidir cómo se gestionan y se pueden resolver. Podemos tomar parte.
Son conflictos, en los que los poderes políticos tienen, no sé si la primera o la última palabra, pero si las competencias legítimas y el encargo, como instituciones públicas, de velar por la estabilidad y la seguridad de nuestras sociedades, y en consecuencia, son las responsables de ofrecer soluciones a estos conflictos. Por tanto se debe encontrar solución y poner los recursos necesarios.
Y todos estos conflictos también se encuentran en las redes sociales digitales, ya no digo la información, sino los mismos conflictos: las luchas entre partidarios de unos y otros partidos, entre vecinos y de locales de ocio nocturno, entre peatones y ciclistas, entre los que están en el gobierno y los que se encuentran en la oposición, entre los que dicen que pagamos muchos impuestos y los que dicen que pagamos pocos, etc.
Al fin y al cabo, si se dan cuenta, el problema no es tanto el conflicto, que siempre se da, sino la manera de gestionarlo y de las capacidades de las personas para poderlo resolver de forma satisfactoria y sabiendo que tarde o temprano encontraremos un acuerdo. Es cuestión de saber hacerlo bien y tener un poco de tiempo. De todo ello hablaremos el próximo 28 de abril en Lloret de Mar. ¿Se apuntan?
Comentaris