Yo confieso

Artículo publicado el 19 de septiembre de 2011 en el Diari de Girona

Confieso no estar sorprendido cuando supe que el servidor informático del Congreso y del Senado quedó fuera de servicio por el alud de conexiones por Internet de personas que querían saber qué ganan y qué y cuántos bienes poseen los políticos de estos cuartos.

Nada sorprendido, si consideramos que pese a que no nos gustan este tipo de comportamientos o criticamos públicamente su manifestación, en la privacitat absoluta, por ejemplo, delante de un ordenador, no podemos resistir la tentación de saber más sobre los políticos del mismo modo como lo hacemos sobre los famosos del cine o la televisión o respeto nuestros vecinos de escalera o de a pie o con los compañeros de trabajo.

Y es que saber cosas de los otras, especialmente si suscitan controversia y conflicto, nos atrae. Digo conflicto, porque la mirada con la cual nos acercamos a esta realidad, la política y los políticos, y esta información, lo que ganan y como gastan, no es neutra. Lo miramos con la intención de criticar, de comparar, de exaltarnos, de denunciar su buena posición y mejor vida respeto al resto de ciudadanos, nosotros incluidos. No importa cúal es el color político ni nuestro estatus social, aunque si tienes dinero denuncias a los políticos "socialistas", pues se compran pisos y casas como el resto; si no tienes, criticas que todos los políticos se aprovechan de su posición social y de sus contactos para hacer fortuna. Al final, hace falta recordar que los políticos son personajes públicos y que siempre están en campaña electoral.

Pero es que esta información, además de ser un indicador de transparencia política sobre lo que ganan y lo que poseen materialmente los políticos, son datos que nos permiten tener una idea bastante interesante del tipo de personas que son los diputados y los senadores de las Cortes. Por cierto, no hay nada de casual con los datos que se aportan. Cada político con esta información prevé acercarse algo más a las personas que lo votan, a los más fieles, alinearse con su electorado y si es posible acercarse a aquellos que no tienen claro a quienes votar y que encuentran más o menos correcto el estilo de vida de sus representantes públicos.

Esta transparencia es una buena oportunidad para explicar quién son, qué hacen y qué representan. Y esto resulta importante si tenemos en cuenta que cada vez es más difícil saber qué problemas y conflictos de la sociedad los políticos están dispuestos a solucionar y de qué manera, vista la poca atracción y el bajo seguimiento televisivo y en el resto de medios de comunicación que generan los debates parlamentarios en la gente.

En un contexto permanente de comunicación política electoral, la información sobre el candidato político está siendo más significativa que las propuestas de los partidos. Saber que este o aquel político lleva un ritmo de vida similar al nuestro o que tiene el mismo tipo de coche que nosotros, se comprende por delante de la capacidad de éste o aquél para resolver unos conflictos u otros. Se está produciendo una personalización de la vida política. Para bien o para mal, no es todavía tan intensa ni está lo suficiente bien escenificada, puesto que aún hoy la gente en Catalunya conoce antes a Belén Esteban quea Pere Macias.

Yo confieso que, cuando puedo, miro en directo los debates al Parlamento de Catalunya o los del Estado de la nación, pero que los viernes por la noche también paso ratos viendo "Sálvame de Luxe". La mía es una mirada científica, puesto que para mí es un auténtico placer ver como se crean conflictos -a partir de causas clásicas: información, comunicación, posiciones, intereses, roles-, como se explotan televisivamente y como, finalmente, se trata de dar respuesta, aunque sin prisa, puesto que hace falta conservar confrontaciones para la semana siguiente.

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