Artículo publicado en el Diari de Girona
"Desde la neurociencia se ha descubierto que una mala noticia tiene cinco veces más fuerza de atracción y de ser recordada por nuestro cerebro que una de buena".
Nos damos cuenta del poder que tienen las palabras sobre todo cuando se genera un conflicto y, especialmente, si va en contra de nuestros intereses. Cada vez son más los expertos que nos aportan datos. Desde la neurociència se ha descubierto que una mala noticia tiene cinco veces más fuerza de atracción y de ser recordada por nuestro cerebro que una de buena.
En el libro "No pienses en un elefante", George Lakoff, profesor e investigador de lingüística cognitiva de la Universidad de California, explica la importancia en la selección, uso y combinación de unas palabras que relacionadas entre ellas e incorporadas en un discurso forman un marco cognitivo que nos dota de una manera de interpretar la realidad, de enfocar determinados problemas y de establecer soluciones. Con este marco se refuerza y se crea un clima y una orientación de opinión.
Y es que con las palabras, una persona ejerce poder sobre otra u otras , como nos muestra Steve Lukes en "El poder. Uno enfoque radical", de tal manera que la primera es capaz de afectar los intereses en sentido contrario de la segunda.
El mejor ejemplo del uso de las palabras para ejercer poder se puede observar en los gobiernos del "Tripartit". Precisamente si por algo se caracterizaron estos gobiernos es por las declaraciones y contradeclaraciones de sus miembros y de los responsables de sus respectivos partidos y grupo parlamentarios de unos contra otros. En el gobierno del "Tripartit" hablaba todo el mundo y casi siempre con la voluntad de crear polémica y generar conflictos, para afectar en sentido contrario a los intereses de los otros.
Pero también podemos encontrar casos interesantes más allá de la política, concretamente a la Fórmula 1. Este es un deporte que mueve cantidades ingentes de dinero, con un volumen muy importante de personas en las estructuras de los equipos, con multinacionales y empresas con grandes presupuestos alrededor de esta actividad y dónde las palabras de las personas tienen el poder de generar tensiones, disputas y conflictos latentes, sobre todo internos, entre los responsables de las escuderías y sus pilotos, y que habitualmente se manifiestan en los resultados de las carreras.
Dos situaciones recientes concretas. El primer caso es del Lewis Hamilton. Durante toda la temporada, este piloto ha tenido el respaldo de su equipo y ha obtenido el podio en varias carreras. Estas últimas semanas se ha especulado que ha recibido ofertas de otros equipos y que podría marcharse. Casualmente, Hamilton no ha conseguido ultimamente ningún podio y hace unos días ocupaba la 7a posición en Japón. Por el contrario, su compañero, Jenson Button, renovó su contrato y ganó la carrera.
El segundo caso es el de Jaume Alguersuari, piloto catalán de la escudería Toro Rosso, filial de Red Bull Team. Este piloto ha pasado de estar entre los diez primeros y de lograr una meritoria 7a plaza en el Gran Premio de Bélgica a finalizar 21º en Italia quince días después. Entre las dos carreras, Alguersuari manifestó su disgusto por la renovación de Mark Weber, segundo piloto de Red Bull, puesto que no se había respetado el compromiso comunicado al inicio de temporada de ofrecer el segundo volante de esta escudería al piloto que hiciera mejores resultados en Toro Rosso. Alguersuari acabo en la 17ª posición en el Gran Premio del Japón.
Y es que si bien es verdad que hablando la gente se entiende -siempre que se sepa y se sea capaz de conseguir este resultado-, también queda claro que hablando la gente se enfada. Precaución, pues, con el poder de la las palabras.
"Desde la neurociencia se ha descubierto que una mala noticia tiene cinco veces más fuerza de atracción y de ser recordada por nuestro cerebro que una de buena".
Nos damos cuenta del poder que tienen las palabras sobre todo cuando se genera un conflicto y, especialmente, si va en contra de nuestros intereses. Cada vez son más los expertos que nos aportan datos. Desde la neurociència se ha descubierto que una mala noticia tiene cinco veces más fuerza de atracción y de ser recordada por nuestro cerebro que una de buena.
En el libro "No pienses en un elefante", George Lakoff, profesor e investigador de lingüística cognitiva de la Universidad de California, explica la importancia en la selección, uso y combinación de unas palabras que relacionadas entre ellas e incorporadas en un discurso forman un marco cognitivo que nos dota de una manera de interpretar la realidad, de enfocar determinados problemas y de establecer soluciones. Con este marco se refuerza y se crea un clima y una orientación de opinión.
Y es que con las palabras, una persona ejerce poder sobre otra u otras , como nos muestra Steve Lukes en "El poder. Uno enfoque radical", de tal manera que la primera es capaz de afectar los intereses en sentido contrario de la segunda.
El mejor ejemplo del uso de las palabras para ejercer poder se puede observar en los gobiernos del "Tripartit". Precisamente si por algo se caracterizaron estos gobiernos es por las declaraciones y contradeclaraciones de sus miembros y de los responsables de sus respectivos partidos y grupo parlamentarios de unos contra otros. En el gobierno del "Tripartit" hablaba todo el mundo y casi siempre con la voluntad de crear polémica y generar conflictos, para afectar en sentido contrario a los intereses de los otros.
Pero también podemos encontrar casos interesantes más allá de la política, concretamente a la Fórmula 1. Este es un deporte que mueve cantidades ingentes de dinero, con un volumen muy importante de personas en las estructuras de los equipos, con multinacionales y empresas con grandes presupuestos alrededor de esta actividad y dónde las palabras de las personas tienen el poder de generar tensiones, disputas y conflictos latentes, sobre todo internos, entre los responsables de las escuderías y sus pilotos, y que habitualmente se manifiestan en los resultados de las carreras.
Dos situaciones recientes concretas. El primer caso es del Lewis Hamilton. Durante toda la temporada, este piloto ha tenido el respaldo de su equipo y ha obtenido el podio en varias carreras. Estas últimas semanas se ha especulado que ha recibido ofertas de otros equipos y que podría marcharse. Casualmente, Hamilton no ha conseguido ultimamente ningún podio y hace unos días ocupaba la 7a posición en Japón. Por el contrario, su compañero, Jenson Button, renovó su contrato y ganó la carrera.
El segundo caso es el de Jaume Alguersuari, piloto catalán de la escudería Toro Rosso, filial de Red Bull Team. Este piloto ha pasado de estar entre los diez primeros y de lograr una meritoria 7a plaza en el Gran Premio de Bélgica a finalizar 21º en Italia quince días después. Entre las dos carreras, Alguersuari manifestó su disgusto por la renovación de Mark Weber, segundo piloto de Red Bull, puesto que no se había respetado el compromiso comunicado al inicio de temporada de ofrecer el segundo volante de esta escudería al piloto que hiciera mejores resultados en Toro Rosso. Alguersuari acabo en la 17ª posición en el Gran Premio del Japón.
Y es que si bien es verdad que hablando la gente se entiende -siempre que se sepa y se sea capaz de conseguir este resultado-, también queda claro que hablando la gente se enfada. Precaución, pues, con el poder de la las palabras.
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