Pasaran cosas


Del hecho de estar confinados en nuestros domicilios debido al estado de alarma por el coronavirus, prevista inicialmente para quince días, pasarán cosas, muchas cosas.

Aquellas y aquellos que nos dedicamos a la sociología y a la gestión de conflictos sabemos que uno de los factores que predispone a que pasen cosas, positivas y negativas, es cuando la gente convive a pocos metros de distancia los unos junto a los otros en el día a día.

La situación de alarma actual es realmente excepcional, extraordinaria, y por este motivo se hace difícil encontrar casos similares y en sus consecuencias. Sin embargo, de entrada me vienen a la cabeza dos casos de ámbito relacional, un excepcional y otro cotidiano, que afectan a la pareja, uno más positivo, por sus efectos demográficos, y otro menos, por las consecuencias familiares, y que nos pueden ayudar a atender las cosas que pueden pasar. En ambos casos tenemos datos.

El 9 de noviembre de 1965, la ciudad de Nueva York y otros territorios del entorno quedaron afectados por un corte de luz de 12 horas. Esa noche, 30 millones de habitantes de ocho estados estuvieron a oscuras. Los hogares no tuvieron acceso a la televisión. Durante aquella noche de 1965, las parejas que habitaban estos territorios aprovecharon el tiempo practicando sexo, lo que conllevó que nueve meses después, la natalidad se disparara. Algunos expertos ya predijeron esta consecuencia. La relación entre apagón y natalidad quedó estadísticamente demostrada nuevos meses más tarde, en el mes de agosto de 1966, cuando en aquellos hogares donde la electricidad volvió a las pocas horas, las clínicas cercanas presentaron una actividad normal; mientras que en aquellos distritos en los que la luz tardó más tiempo en hacerse efectiva, el número de nacimientos se incrementó en más del 100%.


Imaginen que puede pasar en nuestro país, teniendo en cuenta que el confinamiento de entrada no será de 12 horas, sino de 30 días, es decir, con 720 horas. Vaya por delante que durante este confinamiento disfrutaremos del servicio de electricidad en condiciones normales y tendremos acceso a la televisión, al móvil, a las tabletas y a los ordenadores, es decir a las redes sociales digitales y plataformas de pago donde podemos seguir la actividad de otras personas y de una batería de películas y series que nos animarán las horas de confinamiento. Pero la oferta es finita y por este motivo soy consciente de que habrá tiempo para hacer otras cosas, como por ejemplo, el amor, y por eso no descarto un incremento de nacimientos dentro de nueve meses, tal como ocurrió en nueva York hace más de cincuenta años atrás.


El otro caso tiene que ver con el momento del año que las parejas se ven confinadas a convivir juntos, que es por vacaciones, generalmente en el período estival. Los datos apuntan a que tras las vacaciones, en este periodo de tiempo, es cuando se concentran un aumento importante de las separaciones y divorcios. Esto también ocurre después de Navidad, con un periodo menor vacacional. Según un estudio de la Universidad de Washington, acostumbrados al ritmo vertiginoso de nuestras sociedades y trabajos, las vacaciones se conciben como una oportunidad para pasarlo bien y como un momento de transición hacia un nuevo período en la vida. Si este momento de optimismo no se materializa en el confinamiento de las parejas en vacaciones, hace que se incrementen las discusiones y los conflictos, ya que se han perdido los vínculos iniciales de la relación para superar adversidades juntos y se han intensificado los hábitos individuales de actuación cotidiana que afloran y chocan en el periodo vacacional. Donde antes había una pareja, ahora hay dos individuos.


Parece que los próximos días de confinamiento darán pie para aflorar estos conflictos, pero también nos ofrecen la oportunidad para aprender a abordarlos con la voluntad de acercarnos y de encontrar juntos opciones de vida de pareja más allá del distanciamiento y la separación, y para revisar y recuperar sus aspectos positivos de la relación, aquellas cosas que hicieron enamorarnos de esa persona. 

Al fin y al cabo, esta crisis nos está demostrando que lo más importante que tenemos es nuestra vida y el tiempo que pasamos en este mundo solos o mejor acompañados.