Competencias para salvar vidas

Xavier Pastor
Artículo publicado en el Diari de Girona

La debilidad de nuestras sociedades se vuelve a mostrar con la aparición del fuego, esta vez en el Empordà, y de sus catastróficos efectos.

Aunque nos pese, esta y otras situaciones extremas de peligro y de destrucción, lejos de ser ajenas, se han convertido puntualmente en Cataluña fenómenos repetitivos. Incendios, inundaciones, nevadas han puesto en cuestión la posibilidad de las sociedades de vivir al margen de la naturaleza, reafirmando la necesidad de dotarse de más y mejores sistemas y recursos de emergencias, al tiempo tratando de modificar y adaptar los comportamientos de los ciudadanos en estas condiciones.

Conscientes de esta realidad, hoy Cataluña dispone de muy buenos profesionales en el ámbito de las emergencias y durante mucho tiempo sus gobiernos se han esforzado de forma constante para prevenir y sensibilizar sobre las causas y los efectos de situaciones de riesgo y de conflicto, como por ejemplo, la aparición de fuegos, a través de campañas institucionales.

Sin embargo, si ahora nos hicieran una prueba, un examen, y nos preguntaran qué hacer y cómo debemos actuar ante una inundación, una nevada o un incendio, estoy convencido de que los 7 millones de catalanes, excepto bomberos, personal sanitario, cuerpos de seguridad y asociaciones y voluntarios de protección civil y otros, el resto de ciudadanos suspenderíamos.

Esta no es una crítica a los gobiernos, al contrario, sino un escenario de trabajo a considerar y desarrollar, ya que, además de la contención de los profesionales y de las campañas de sensibilización, si queremos evitar el incremento de las consecuencias humanas en estos peligros y salvar vidas es necesario fomentar el logro de criterios y competencias para saber qué hacer y cómo actuar en estas condiciones. No todo el mundo debe saber apagar un fuego de grandes dimensiones, ni sacar gente atrapada de la nieve, ni tampoco nadar en un mar de olas de cuatro metros, ni rescatar personas de un vehículo arrastrado por una inundación. Por eso ya están los y las profesionales.

Lo que hace falta es adelantarnos a estas situaciones que se pueden producir y se producen. Sobre todo tener claro qué es lo que no se debe hacer, evitando poner nuestra vida y la de los demás en peligro. Y saber cómo debemos actuar de forma acertada en estas casos de riesgo.

No hablo de convertirnos en unos especialistas de las emergencias, sino de tener cuatro criterios que nos ayuden a hacer lo que toca en estas situaciones, de manera que se reduzcan las posibilidades de peligro, como resultado de decisiones acertadas: no salir de casa en coche a la desesperada cuando hay fuego alrededor, no desplazarse a grandes distancias cuando está nevando fuerte o conducir por una carretera de montaña en una época de lluvias abundantes. Hablo de principios básicos y normas generales que permitan a los ciudadanos saber qué hacer particularmente en cualquier situación de catástrofe: incendios, lluvias torrenciales, nevadas, terremotos, pero también en un corte de luz o un escape de agua y de gas.

Un buen ejemplo de este aprendizaje y los buenos criterios se ha visto en el fin de semana que se produjo los incendios en la comarca de l'Empordà (Catalunya) en las redes sociales digitales, cuando la gente ha reenviado mensajes institucionales y de los medios de comunicación y personales avisando de los peligros de fuego en aquella zona, de las carreteras cortadas o ofreciendo su casa y un lugar donde dormir a aquellas personas que habían quedado atrapadas.

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