Causas de la maldad y la corrupción

Artículo de opinión publicado en el Diario de Girona el 28 de mayo de 2010

"Si queremos evitar la corrupción, además de las fórmulas clásicas, propongo evitar que las personas estén demasiado tiempo en contacto con un determinado poder, evitar las rutinas y dotar continuamente quien tiene poder de la perspectiva de futuro y de mejoras"


Creo que tengo suficiente perspectiva temporal y conocimientos en ciencia política y en la resolución de conflictos para llegar a la siguiente conclusión-hipótesis de cómo y cuándo se produce la corrupción: cuanto más tiempo pasan unas mismas personas en un gobierno o al frente de las organizaciones , más posibilidades hay de cometer irregularidades de todo tipo. Es decir, cuanto más tiempo las personas están en contacto con el poder, más posibilidades se dan que estas personas hagan un mal uso y se aprovechen. Pienso que si es así, tenemos elementos para pronosticar y evitar la corrupción.

Piensen en casos de corrupciones en un gobierno, por ejemplo, en el del Felipe González con la financiación ilegal del PSOE con el asunto Filesa, Maleza y Time-Export para hacer frente a los pagos de las campañas electorales o al enriquecimiento personal de determinadas personas como el Sr.. Roldán, cuando este partido llevaba tres mandatos consecutivos en el poder, o sea, 12 años. Piensen ahora, por ejemplo, en el gobierno en Santa Coloma, del PSC desde la recuperación de la democracia y en Bartomeu Muñoz las últimas legislaturas como alcalde, pero desde 1983 como concejal. Piensen también en Millet, dos décadas al frente de la Fundación Orfeón Catalán-Palau de la Música.


Yo no creo que esté equivocado si digo que cuando una persona llega al gobierno de una institución pública o de una organización privada necesita un tiempo para aprender cómo funciona e imprimir las mejoras y los cambios que propone. Este aprendizaje es continuo, pero hay un momento que uno ya lo sabe todo y casi ya lo ha hecho todo. Ya sabe cómo se hacen las cosas bien, mal y también las que no se deben hacer. Es este momento lo que se debe evitar, cuando ésta o estas personas piensan en ellos mismos y no en otros, los ciudadanos en el caso de un gobierno de un país o de una ciudad, o en los socios o los accionistas, en el caso de una organización.


En los años 70, Philip G. Zimbardo realizó en Estados Unidos un experimento de psicología social. Cogió unos estudiantes de la Universidad de Stanford, los puso en una prisión ficticia y unos los convirtió en prisioneros y los demás en carceleros. Se trataba de un juego. Hubo un momento, después de las primeras torturas psicológicas y físicas de los segundos sobre los primeros, que Zimbardo tuvo que detener el experimento. Este investigador analizó cuál era el origen de esta maldad en los estudiantes que habían colaborado. Su conclusión fue que el hecho de vivir en una situación de constante presente, con presión, sin perspectivas de futuro y conscientes de ostentar el control indefinidamente, hacía que los carceleros, una vez asimilado su rol y las rutinas asociadas, se comportaran haciendo un mal uso de su poder y corrompiendo las reglas en su favor.


Solución: si queremos evitar la corrupción, además de las fórmulas clásicas, propongo evitar que las personas estén demasiado tiempo en contacto con un determinado poder, evitar las rutinas y dotar continuamente quien tiene poder de la perspectiva de futuro y de mejoras.